jueves, 3 de junio de 2010

La meta suprema

"Prosigo a la meta, al premio del Supremo llamamiento" .
Filipenses 3:14


Hay gente a nuestro alrededor que meramente existe. No saben lo que quieren de la vida o simplemente no esperan nada. Su vida es una sucesión de días monótonos y mediocres. Otros en cambio, tienen ambiciones desmedidas que los convierten en un torbellino que rompen la armonía o la paz en cualquier lugar donde se encuentren. Se han decidido a algo y no importa cómo, se han decidido a lograrlo. San Pablo dijo: "Prosigo al blanco", o sea, tengo una meta en mi vida. La grandeza de una persona se mide por lo noble o mezquino de su ideal. Podemos tener muy sanas ambiciones, ideales muy elevados, pero el blanco supremo de cada ser humano debiera ser "alcanzar a Cristo", como el Señor nos alcanzó a nosotros. Cualquiera sea su situación, Cristo es el equilibrio que necesita. Si vive una existencia gris, conocer a Cristo pondrá luz, calor y acción en su vida, elevándole a un plano superior y, si por el contrario, se siente atrapado en ambiciones sin control y no tiene sosiego ni paz, conocer a Cristo traerá a su vida la meta equilibrada que le llevará a la felicidad.



Tomado de www.visiondefuturo. org